Y había allí una mujer que tenía espíritu de enfermedad
hacía dieciocho años, y estaba encorvada y no podía enderezarse de ninguna
manera.
Viéndola Jesús la llamó y le dijo: Mujer, quedas libre de tu
enfermedad. Y puso las manos sobre ella, y al instante ella se enderezó y alababa
a Dios.
Respondiendo entonces el jefe de la sinagoga, enojado de que
Jesús hubiese curado en el día de reposo, dijo a la multitud: Seis días hay en los
cuales se debe trabajar; en éstos, pues, venid y sed sanados, y no en el día de
reposo.
Entonces el Señor le respondió y dijo: ¡Hipócritas! ¿No
desata cada uno de vosotros su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber en
el día de reposo? Pero a esta hija de Abraham, a quien Satanás había atado durante
dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?
Y al decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus
adversarios ante él; y todo el pueblo se regocijaba de todas las cosas
gloriosas que él hacía.
***
Este pasaje describe una de las curaciones que hace Jesús en
el día de reposo, Sábado o Sabbath. Según el Antiguo Testamento los israelitas
no podían trabajar en ese día, sólo debían dedicarlo al culto a Dios. (Éxodo
20: 8-11). Y la transgresión de este precepto se castigaba con la muerte (Éxodo
31:15).
Mientras Jesús enseñaba en la sinagoga vio a la mujer
encorvada que estaba enferma desde hacía dieciocho años “y no podía enderezarse de ninguna manera” (Lc. 13: 11). A pesar de ser
el día de reposo, la mujer acudió a la sinagoga a escuchar a Jesús por lo que
tenía mucha fe. Por eso posteriormente Jesús se refiere a ella como “hija de Abraham”, para anunciar que es
una mujer de mucha fe. Puesto que Abraham es el “padre de todos los creyentes”.[1]
Es interesante resaltar el hecho de que la mujer tenía muy
pocas posibilidades de que Jesús la viese ya que dentro de las sinagogas al
fondo “había unas barreras y un enrejado que separaban el lugar destinado a las
mujeres”[2]
Sin embargo Jesús advirtió su presencia, la llamó, puso sus
manos sobre ella y al instante quedó sanada.
Imaginemos la alegría de la mujer después de tantísimos años mirando siempre
hacia el suelo, y de pronto poder caminar erguida y levantar su mirada hacia
arriba. Así es como Jesús quería ver a las mujeres: erguidas y no encorvadas.
Pero rápidamente el jefe de la sinagoga en vez de alegrarse
por la pobre mujer, se enojó y recriminó
la curación de Jesús por ser el día de reposo: “Seis días hay en los cuales se debe trabajar; en éstos, pues, venid y
sed sanados, y no en el día de reposo” (Lc. 13: 14).
“¡Hipócritas!” (Lc. 13:15) contestó Jesús al jefe de la
sinagoga y a cuantos pensaban como él. Y de forma brillante les preguntó: ¿No
desata cada uno de vosotros su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber en
el día de reposo? Pero a esta hija de Abraham, a quien Satanás había atado durante
dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo? (Lc. 13:15-16).
Con estas preguntas Jesús vuelve una vez más a dejar sin
palabras a sus enemigos. Les llama hipócritas porque presumen de cumplir
la ley pero en realidad la utilizan según su conveniencia. ¿Para dar de beber a
sus animales si pueden trabajar pero para curar a una persona no? ¿Qué mejor forma de rendir culto a Dios que
curando a una persona enferma? Jesús además aclaró que Dios no es quien enfermaba
a las personas tal y como se pensaba en aquella época, sino Satanás, y, Él,
Jesús era el Enviado de Dios para liberarlas de todo mal.
Fuentes:
Biblia- Antiguo Testamento y Nuevo Testamento.
SCHULTZ, S.J. (1960): Habla
el Antiguo Testamento; p. 68. New York: Editorial Portavoz.
JEREMÍAS, J. (1980) Jerusalén
en tiempos de Jesús. Estudio económico y social del mundo del nuevo testamento;
p.385. Madrid: Ediciones Cristiandad.
ANGELINI, G. (1996): El
Hijo. Una bendición, una tarea; p.86. Colombia: Editorial San Pablo.