Y le dijo uno de la multitud: <<Maestro, dile a mi
hermano que reparta conmigo la herencia>>. Él le dijo: <<Hombre,
¿quién me ha puesto como juez o árbitro sobre vosotros?>> Y les dijo: <<Mirad:
guardaos de toda avaricia porque la vida del hombre no consiste en la
abundancia de los bienes que posee>>. Y les refirió una parábola,
diciendo: <<Las tierras de un hombre rico habían producido mucho; y él
pensaba dentro de sí, diciendo: ¿qué haré? porque no tengo dónde guardar mis
frutos. Y se dijo: Esto haré: derribaré mis alfolíes y los edificaré mayores, y
allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: alma, muchos
bienes tienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe,
diviértete>>. Pero le dijo Dios: <<Necio, esta noche van a pedir tu
alma y lo que has guardado ¿de quién será?>> Así es el que amasa riquezas
para sí y no es rico ante Dios. (Lucas
12, 13-21)
En tiempos de Jesús, Galilea era una sociedad agraria caracterizada
por la enorme desigualdad de recursos que existía entre la población campesina
(80-90% de la población) y la pequeña élite (7% de la población). Mientras las
riquezas de los grandes terratenientes aumentaban más y más, la vida de los
pequeños agricultores se volvía cada vez más precaria.
Con cada cosecha los campesinos tenían que alimentar a sus
familias, guardar semilla suficiente para asegurar la siguiente siembra y,
además, pagar elevados impuestos exigidos desde el poder. Por eso, cuando las
cosechas eran escasas, en muchos casos, los agricultores y sus familias se
veían atrapados en el endeudamiento, expropiados de las tierras y sumidos en la
indigencia.
¿Cuál fue la actitud de Jesús ante esta situación? Jesús
defendió continuamente a los oprimidos y condenó firmemente la avaricia de los
ricos.
Esta parábola refleja claramente la crítica de Jesús a la
necedad humana: Un terrateniente se pregunta qué hacer ante una cosecha
abundante e inesperada. Sólo piensa en sí mismo. No se acuerda de los pobres
campesinos que trabajan duramente y viven cada vez más atemorizados bajo la
amenaza del endeudamiento, ni de quienes sufren porque ya han sido expulsados
de las tierras. Finalmente toma una decisión: destruir sus graneros y construir
otros nuevos y más grandes con el objetivo de acumular todos los frutos y sus
bienes y no pensar más que en descansar, comer, beber y divertirse.
El resultado es que mientras este hombre acumula para sí
toda la cosecha priva a otras personas de lo esencial para vivir. Dios se
dirige a este hombre diciéndole: “Necio,
esta noche van a pedir tu alma y lo que has guardado ¿de quién será?” El
hombre ha imaginado un futuro insensato originado en el deseo de vivir
holgadamente y sin preocupaciones. Sin embargo, Dios le advierte que ese futuro
que él quiere no va a tener lugar. Este hombre necio sacrifica la felicidad verdadera
del presente de compartir la cosecha con los campesinos empobrecidos por una
felicidad falsa proyectada en un futuro incierto que finalmente no llega.
Y Jesús concluye su parábola diciendo: “Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios”. La
afirmación es clara, una persona puede ser muy rica por acumular muchas
riquezas en la Tierra pero ante Dios su riqueza material carecerá de valor. Dios
quiere que compartamos lo que tenemos, que ayudemos a las personas necesitadas.
Que no construyamos una falsa felicidad olvidándonos de los más débiles en la
Tierra.
Pero lo que debemos preguntarnos cada uno/a de nosotros/as
es si no hemos sentido en más de una ocasión el deseo de conseguir acumular
riquezas para vivir holgada, despreocupadamente y sin pensar en los demás. El
hombre rico de la parábola actúa como un necio pero ¿no somos necios nosotros
también cuando pensamos así?
Ha transcurrido mucho tiempo desde que Jesús nos dejó su
enseñanza, ¿Cómo puede ser que sus palabras tengan hoy la misma actualidad que
tuvieron en su momento? ¿En qué ha cambiado la humanidad?
En las noticias no se hace más que hablar de países ricos y
países pobres, crisis económicas, polarización creciente de la riqueza, corrupción
empresarial y política…Problemas diferentes pero con origen en un anhelo común:
“y diré a mi alma: alma, muchos bienes
tienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete”.
Jesús advierte como es ante Dios quien piensa y actúa así: un
necio. “Así es el que amasa riquezas para
sí y no es rico ante Dios”. No seamos
necios y escuchemos la llamada de Jesús a vivir de una forma diferente y más
humana cuyo resultado no será otro que construir un mundo mejor para todos/as.
Fuentes:
Nuevo Testamento – Biblia
El Camino Abierto por Jesús – José Antonio Pagola
El Jesús Histórico – Gerd Theissen, Annette Merz
Jesús Aproximación Histórica
- José Antonio Pagola