sábado, 30 de julio de 2016

Parábola del rico insensato (Lucas 12, 13-21)



Y le dijo uno de la multitud: <<Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia>>. Él le dijo: <<Hombre, ¿quién me ha puesto como juez o árbitro sobre vosotros?>> Y les dijo: <<Mirad: guardaos de toda avaricia porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee>>. Y les refirió una parábola, diciendo: <<Las tierras de un hombre rico habían producido mucho; y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿qué haré? porque no tengo dónde guardar mis frutos. Y se dijo: Esto haré: derribaré mis alfolíes y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete>>. Pero le dijo Dios: <<Necio, esta noche van a pedir tu alma y lo que has guardado ¿de quién será?>> Así es el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.  (Lucas 12, 13-21)

En tiempos de Jesús, Galilea era una sociedad agraria caracterizada por la enorme desigualdad de recursos que existía entre la población campesina (80-90% de la población) y la pequeña élite (7% de la población). Mientras las riquezas de los grandes terratenientes aumentaban más y más, la vida de los pequeños agricultores se volvía cada vez más precaria.

Con cada cosecha los campesinos tenían que alimentar a sus familias, guardar semilla suficiente para asegurar la siguiente siembra y, además, pagar elevados impuestos exigidos desde el poder. Por eso, cuando las cosechas eran escasas, en muchos casos, los agricultores y sus familias se veían atrapados en el endeudamiento, expropiados de las tierras y sumidos en la indigencia.  

¿Cuál fue la actitud de Jesús ante esta situación? Jesús defendió continuamente a los oprimidos y condenó firmemente la avaricia de los ricos.

Esta parábola refleja claramente la crítica de Jesús a la necedad humana: Un terrateniente se pregunta qué hacer ante una cosecha abundante e inesperada. Sólo piensa en sí mismo. No se acuerda de los pobres campesinos que trabajan duramente y viven cada vez más atemorizados bajo la amenaza del endeudamiento, ni de quienes sufren porque ya han sido expulsados de las tierras. Finalmente toma una decisión: destruir sus graneros y construir otros nuevos y más grandes con el objetivo de acumular todos los frutos y sus bienes y no pensar más que en descansar, comer, beber y divertirse.

El resultado es que mientras este hombre acumula para sí toda la cosecha priva a otras personas de lo esencial para vivir. Dios se dirige a este hombre diciéndole: “Necio, esta noche van a pedir tu alma y lo que has guardado ¿de quién será?” El hombre ha imaginado un futuro insensato originado en el deseo de vivir holgadamente y sin preocupaciones. Sin embargo, Dios le advierte que ese futuro que él quiere no va a tener lugar. Este hombre necio sacrifica la felicidad verdadera del presente de compartir la cosecha con los campesinos empobrecidos por una felicidad falsa proyectada en un futuro incierto que finalmente no llega.    

Y Jesús concluye su parábola diciendo: “Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios”. La afirmación es clara, una persona puede ser muy rica por acumular muchas riquezas en la Tierra pero ante Dios su riqueza material carecerá de valor. Dios quiere que compartamos lo que tenemos, que ayudemos a las personas necesitadas. Que no construyamos una falsa felicidad olvidándonos de los más débiles en la Tierra.

Pero lo que debemos preguntarnos cada uno/a de nosotros/as es si no hemos sentido en más de una ocasión el deseo de conseguir acumular riquezas para vivir holgada, despreocupadamente y sin pensar en los demás. El hombre rico de la parábola actúa como un necio pero ¿no somos necios nosotros también cuando pensamos así?

Ha transcurrido mucho tiempo desde que Jesús nos dejó su enseñanza, ¿Cómo puede ser que sus palabras tengan hoy la misma actualidad que tuvieron en su momento? ¿En qué ha cambiado la humanidad?

En las noticias no se hace más que hablar de países ricos y países pobres, crisis económicas, polarización creciente de la riqueza, corrupción empresarial y política…Problemas diferentes pero con origen en un anhelo común: “y diré a mi alma: alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete”.

Jesús advierte como es ante Dios quien piensa y actúa así: un necio. “Así es el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios”.  No seamos necios y escuchemos la llamada de Jesús a vivir de una forma diferente y más humana cuyo resultado no será otro que construir un mundo mejor para todos/as.       

Fuentes:
Nuevo Testamento – Biblia
El Camino Abierto por Jesús – José Antonio Pagola
El Jesús Histórico – Gerd Theissen, Annette Merz
Jesús Aproximación Histórica  - José Antonio Pagola

sábado, 23 de julio de 2016

Jesús en casa de Marta y María: “Sólo una cosa es necesaria” (Lucas 10, 38-42)

Cristo en casa de Marta y María - Johannes Vermeer  


Jesús entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Ésta tenía una hermana que se llamaba María, que, sentada a los pies de Jesús, escuchaba su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres; y acercándose, dijo:
- Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Pero respondiendo Jesús, le dijo:
- Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas; sólo una cosa es necesaria. María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada. (Lucas 10, 38-42)

“Sólo una cosa es necesaria”

En este pasaje la presencia de Jesús en la casa de Marta y María provoca una reacción muy diferente en ellas. Mientras Marta se desvive por servirle, su hermana María lo deja todo y se queda sentada a sus pies, escuchándole.

Marta actúa como se espera de una mujer en aquella sociedad, trabaja en la casa sin descanso. Desbordada por el trabajo y dolida con su hermana María, reclama a Jesús ayuda.

Sin embargo Jesús no responde de la forma que se hubiese esperado de un hombre judío perteneciente a una sociedad totalmente patriarcal. Es importante destacar que en la época de Jesús el ámbito religioso era especialmente discriminatorio con las mujeres, por lo que los escribas (los maestros oficiales y jueces del pueblo) no tenían discípulas.  

La palabra y actuación de Jesús eran totalmente opuestas al sistema socio-religioso dominante y opresivo para la mujer: Él si acoge a las mujeres como discípulas en el mismo plano y con los mismos derechos que los hombres.  

Por eso Jesús le responde así a Marta: “Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas; sólo una cosa es necesaria. María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”.  En lugar de reprender a María tal y como hubiese sido de esperar, Jesús reprende a Marta.

Él no quiere que las mujeres vivan absorbidas sólo por el trabajo. Jesús quiere que las mujeres también sean sus discípulas,  por eso elogia la elección de María que ha decidido sentarse a escuchar su palabra.

Este breve pasaje podemos trasladarlo a nuestras vidas cotidianas tanto las mujeres como los hombres. Casi sin darnos cuenta, dejamos que el exceso de actividad diaria nos absorba de tal forma que descuidamos aspectos fundamentales en nuestra vida. Esto nos lleva a sentirnos como Marta “afanados y turbados con muchas cosas” y relegamos lo verdaderamente importante a un segundo plano.

Esto no significa que Jesús no quiera que trabajemos y nos esforcemos. Lo que Jesús desea es que seamos capaces de dedicarle tiempo a Él, que le convirtamos en una prioridad en nuestra vida, llenando nuestro corazón con su Palabra. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11, 28). Tras acudir a Jesús, retomaremos nuestras actividades con un ánimo y fortaleza renovados.

Hagamos como María y no nos perdamos el mensaje de Jesús por más que la sociedad  nos empuje a no escucharle. ¿Qué puede haber más importante?



Fuentes:
Nuevo Testamento – Biblia

El Camino Abierto por Jesús – José Antonio Pagola
Web: Palestina en tiempos de Jesús
  

viernes, 8 de julio de 2016

Jesús y la mujer cananea (Mateo 15:22-28)

The Woman of Canaan - Harold Copping
Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquellos alrededores clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero él no le respondió palabra. Entonces, acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. Y él, respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces, ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Y respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Si, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores. Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija quedó sanada desde aquella hora. (Mateo 15: 22-28)

Algunos pasajes en la vida de Jesús resultan difíciles de entender y, en ocasiones, se malinterpretan debido a una lectura superficial. Esto es lo que ha ocurrido con el encuentro de Jesús con la mujer cananea. En una primera lectura, es difícil de comprender el comportamiento de Jesús: primero parece ignorar a la mujer y después se refiere a ella como “perrillo”. Muchos escépticos han utilizado este pasaje para calificar a Jesús de cruel, intolerante y ofensivo. Sin embargo, esto no concuerda con el mensaje de amor a toda la humanidad que Jesús predicó continuamente.

Una explicación coherente es que Jesús tenía una misión divina que cumplir: primero debía salvar al pueblo judío. “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel”. Con estas palabras Jesús parece mostrarse duro e inflexible. Cuando la mujer se arrodilla pidiéndole ayuda, Jesús le contesta: “No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos”. Lo más importante es entender el contexto histórico en el que se sitúa esta conversación. Para los judíos las personas cananeas eran consideradas “perros” de forma muy despectiva. Jesús suaviza el término utilizando en su lugar “perrillos”, en mi opinión, para dejar constancia de la situación de desprecio que sufre la mujer cananea por parte del pueblo judío.

Es como si Jesús en un principio decidiese hablar tal y como se esperase que él hablara. (A muchos judíos no les parecía bien que Jesús tratase con igualdad a todas las personas incluyendo a los extranjeros). Pero lo más sorprendente es la reacción insistente de la mujer, aun sabiendo que el pueblo judío odia a los cananeos y que Jesús es el salvador exclusivo del pueblo judío y que con sus palabras Jesús así lo manifiesta, la mujer continúa suplicando. No hay duda de que está convencida de que Jesús le va a ayudar.   

Y de esta manera Jesús consiguió un doble objetivo: que las personas que leamos posteriormente este episodio entendamos la situación marginal que los extranjeros vivían en aquella época respecto al pueblo judío, y hacer reflexionar sobre el hecho de que cualquier persona proceda de donde proceda puede tener una gran fe y por ello ser merecedora de los milagros de Dios.

En realidad el mensaje que transmite este pasaje es el siguiente: aprendamos de la persistencia de esta mujer y de su gran fe en la bondad de Dios hacia todos los seres humanos. ¿Debemos hacer como ella y conformamos con las migajas que Dios nos quiera dar? Así es. No suena bien, porque los seres humanos somos egoístas, queremos ser importantes y poderosos, sentarnos a la mesa como señore/as. Reconocer que nuestra mayor altura está a los pies de Jesús es un paso que es necesario dar. La mujer cananea lo hizo a través de su diálogo sincero con Jesús y recibió su recompensa.  

Jesús deja claro que en la fe está la clave y que cualquier persona proceda de donde proceda puede tenerla. A muchas personas que cura las despide diciendo “vete; tu fe te ha sanado”. Es decir, no es la petición en sí lo que importa, ni que pertenezcan a un grupo social u otro, sino la creencia firme de que Dios les puede ayudar.  Por ejemplo, y en relación a la mujer cananea, cuando Jesús cura a diez leprosos, tan sólo uno de ellos, un samaritano, se postra a sus pies, dándole las gracias. Entonces dice Jesús “¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve ¿Dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios, sino este extranjero?” Y le dijo: “Levántate, vete, tu fe te ha sanado” (Lucas 17: 17-19).

Jesús dice “este extranjero” no de forma peyorativa sino para resaltar el hecho de que  la única persona que le muestra su agradecimiento y devoción ¡es un extranjero! Muchos judíos odiaban a los samaritanos, al igual que a los cananeos, y por supuesto el hecho de que Jesús tratase a menudo con ellos no le daba precisamente buena reputación. En una ocasión un grupo de judíos llama a Jesús samaritano: “¿No decimos bien nosotros que tú eres samaritano y que tienes demonio?” (Juan 8: 48).

En el pasaje de la mujer cananea ocurre exactamente lo mismo, Jesús la llama “perrillo” no para despreciarla sino para resaltar la forma en que los judíos denominaban a las personas cananeas y enseñar que siendo esta mujer extranjera, su fe es ejemplar y supera la de muchos judíos por lo que merece ser tratada como una hija más sin distinción ninguna. 
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