lunes, 28 de marzo de 2016

Bienvenido Jesús



Jesús resucitó al tercer día de ser crucificado. Desde entonces él está esperando a que cada un@ de nosotr@s le demos la bienvenida.

Jesús está esperando en la entrada de nuestra casa (nuestra vida) a que le abramos la puerta y le dejemos pasar. Tiene sed pero no se marcha, espera paciente a que le abramos la puerta.

A menudo contempla con tristeza como otros visitantes (la ira, la envidia, el odio…) irrumpen en la casa de una persona y ésta en vez de echarlos fuera, les acoge y les da alimento dejándose influir por ellos. A Él que es la luz, le niega la entrada pero cuando llegan visitantes oscuros les acoge sin reservas.

A veces cuando la persona abre las ventanas la luz de Jesús alumbra la casa y la persona se maravilla y dice para sí “¡cuánta belleza, cuánta alegría!”

Sin embargo continúa resistiéndose a dejar pasar a Jesús a su casa: ¿por qué? El principal motivo es el ego. La persona está dominada por su propio ego: el ego siempre quiere ser superior y al lado del resplandor de Jesús se sentirá pequeño, insignificante. El otro motivo es la vergüenza: la persona piensa que no tiene nada que ofrecer a Jesús para calmar su sed.

Un día la persona decide luchar contra su propio ego y su vergüenza porque escucha a su corazón que le dice que si deja pasar a Jesús a su casa, ésta se llenará de luz y alegría. Abre la puerta y le pide a Jesús que pase.

Entonces Jesús entra emocionado y la persona se sorprende de no sentirse insignificante a su lado. Sin embargo, continúa avergonzada por creer que no puede calmar su sed. De pronto el rostro de Jesús resplandece y agradecido le dice: “ya no tengo sed, tu amor la ha calmado”.

Demos la bienvenida a Jesús, calmemos su sed de nuestro amor y permitámosle alumbrar nuestra vida para siempre.  

jueves, 24 de marzo de 2016

Jesús cura la oreja de Malco (Lucas 22, 44-54)

Christ in Gethsemane - Heinrich Hofmann

Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían a tierra. Y cuando se levantó de la oración y fue a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza; y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos y orad para que no entréis en tentación.

Mientras él aun hablaba, he aquí llegó una turba; y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba delante de ellos y se acercó a Jesús para besarlo. Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?

Y al ver los que estaban con él lo que iba a suceder, le dijeron: Señor, ¿heriremos a espada? Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Entonces, respondiendo Jesús, dijo: Dejad, basta ya. Y tocando su oreja, le sanó.


Y Jesús dijo a los que habían venido a él, los principales sacerdotes, y los oficiales del templo y los ancianos: ¿Así como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos?

Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas ésta es vuestra hora y la de la potestad de las tinieblas.

Y apresándole, le llevaron y le condujeron a casa del sumo sacerdote.

The capture of Christ - Heinrich Hofmann

A través de este pasaje descubrimos una vez más el inmenso amor de Jesús por la humanidad. Curó incluso a Malco, un siervo del sumo sacerdote que venía a apresarle para conducirle a la muerte. “Dejad, basta ya. Y tocando su oreja, le sanó” (Lucas 22, 51).

domingo, 20 de marzo de 2016

La parábola del sembrador (Mateo 13, 1-9)


Y AQUEL día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se congregó junto a él mucha gente; y entrando él en una barca, se sentó, y toda la gente estaba en la ribera.
Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y se la comieron.
Y parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó en seguida, porque no tenía profundidad de tierra; mas cuando salió el sol, se quemó; y se secó, porque no tenía raíz.
Y parte cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron.
Y parte cayó en buena tierra y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta y cuál a treinta por uno.
El que tiene oídos para oír, oiga.


Explicación de Jesús de la parábola del sembrador (Mateo 13, 19-23)

Cuando alguno oye la palabra del reino y no la a entiende, viene el malo y arrebata lo que fue sembrado en su corazón; éste es el que fue sembrado junto al camino. Y el que fue sembrado en pedregales, este es el que oye la palabra y de inmediato la recibe con gozo. Pero no tiene raíz en sí, sino que es temporal, y cuando viene la a aflicción o la persecución  por la palabra, en seguida se ofende.
Y el que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra; pero a el afán de este mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y el que da fruto; y da uno a ciento, y otro a sesenta y otro a treinta por uno.

Mi reflexión sobre la parábola del sembrador

Jesús de Nazaret hablaba a los hombres y a las mujeres para que le siguiesen. La palabra de Jesús fue la semilla que él esparció para que germinase en el corazón de la humanidad y diese su fruto: el amor.

Sin embargo, por desgracia, muchas personas tienen el corazón endurecido y no quieren recibir el mensaje de Dios (tierra junto al camino). Otras personas lo reciben con alegría pero en cuanto se presentan dificultades lo rechazan (pedregal) y otras lo ahogan con sus preocupaciones y ambiciones (espinos). Y finalmente, están aquellas personas que reciben la palabra de Jesús y, a través de sus buenas acciones y su fe, alimentan a la pequeña y bellísima plantita que va creciendo en su interior para finalmente ofrecer el fruto del amor a Dios (buena tierra).

Luchemos cada día por ser tierra fértil para la preciosa semilla que Jesús nos ha regalado. Permitamos que se desarrolle en nuestro corazón esa hermosa planta que fortalecerá y engrandecerá nuestro espíritu.



Fuentes:
Santa Biblia – Nuevo Testamento

lunes, 7 de marzo de 2016

The Beauty of Jesus Christ

Greg Olsen

Jesus Christ is my King,
I always want to serve him,
He is very important for me.
His incredible beauty,
Cured me of my spiritual blindness,
Now I can see!
Now I can see:
The Big Things and the Small Ones,
But the most important Thing
That I can see now
It’s Love
Thanks Jesus Christ, my Lord


Hello! I hope you like this humble poem. I wrote it with all my heart.

I am Spanish and I am learning English. I try to write well but, please, if you see some mistake tell me and I’ll correct it. Thanks!


domingo, 6 de marzo de 2016

La resurrección de Lázaro (Juan 11, 1-44)

Jean Jouvenet

Jesús dijo: Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarle. Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, se recuperará. Pero Jesús hablaba de la muerte de Lázaro, y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. Entonces, Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis; más vamos a él. […]

Llegó, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. Y Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios; y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María para consolarlas por su hermano. Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle pero María se quedó en casa. Y Marta dijo a Jesús: Señor si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto; más también se ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.

Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo se que resucitará en la resurrección, en el día postrero. Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tu eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo. Y cuando hubo dicho esto fue y llamó a su hermana María, diciéndole en secreto: el Maestro está aquí y te llama. Ella, cuando lo oyó, se levanto de prisa y fue a él. […]

Y María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Jesús entonces, cuando la vio llorando, y a los judíos que habían llegado con ella también llorando, se conmovió en espíritu y se turbó, y dijo: ¿dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Y lloró Jesús. Dijeron entonces los judíos: Mirad como le amaba. Pero algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho que Lázaro no muriera? Y Jesús, conmovido otra vez dentro de sí, fue al sepulcro.

Era una cueva, la cual tenía una piedra puesta encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, pues lleva cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy porque me has oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la gente que está alrededor para que crean que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había estado muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle y dejadle ir.

En el pasaje bíblico hay dos puntos sobre los que me gustaría reflexionar:

      -  Jesús comunica la noticia de la muerte de Lázaro diciendo: “Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarle (Juan 11, 11)..  Es importante ver la similitud que hay entre estar dormido y estar muerto: hay inactividad corporal, es decir, el cuerpo “descansa”. Cuando dormimos sabemos que no desaparece nuestro “yo interno” (nuestra alma), la pregunta es ¿y cuando morimos? ¿desaparece nuestra alma? Que mejor manera de responder que reflexionando acerca de este milagro que hizo Jesús ¿cómo después de cuatro días, pudo Jesús devolver la vida a Lázaro si no es porque trajo a su espíritu de vuelta a su cuerpo?


     -   Jesús llora la muerte de Lázaro. ¿Por qué Jesús lloró por Lázaro si creía en la inmortalidad del alma y además sabía que le iba a resucitar? En mi opinión Jesús lloró porque se conmovió al sentir la tristeza de las personas que le rodeaban (la hermana de Lázaro y los judíos). Y también porque Lázaro era su amigo y en ese preciso momento estaban separados. Esto demuestra que a pesar de su inmensísimo poder, Jesús era totalmente humano.   
    
    Fuente: Santa Biblia - Nuevo Testamento



viernes, 4 de marzo de 2016

Tolerancia Religiosa

Cuando adoptamos una creencia o determinadas ideas, inmediatamente nos sentimos poseedores de la verdad absoluta y pensamos que quienes no opinan igual que nosotros están equivocados. Esto es así tanto  para las personas creyentes como para las personas agnósticas y ateas.

Ante esta realidad cada individuo tiene dos opciones: mostrar tolerancia o intolerancia hacia las personas que piensan de modo diferente.

Según el diccionario de la Real Academia Española la tolerancia es: “Respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás  cuando son diferentes o contrarias a las propias”. Aquí está la clave: el Respeto. Pero ¿cómo conseguimos tener respeto a quienes no piensan igual que nosotros? Jesús nos dio la respuesta: con Amor.

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22, 39)

Jesús en ningún momento delimitó la palabra prójimo sino que a través de la parábola del buen samaritano (Lucas 10, 25-37), el Señor nos dijo cómo tenía que comportarse un individuo para convertirse en el prójimo de los demás.

Jesús: todo un ejemplo de tolerancia
La época de Jesús se caracterizaba por la intolerancia, el prejuicio y la hipocresía: por ejemplo los judíos y los samaritanos se odiaban, las mujeres eran consideradas inferiores a los hombres y los líderes religiosos despreciaban a la gente común. Sin embargo, Jesús rompió con las costumbres establecidas precisamente por su actitud extremadamente tolerante hacia los demás: acogió a extranjeros, pecadores, publicanos, prostitutas, leprosos, endemoniad@s y a tod@s aquell@s que querían acercarse a él. De hecho, sus enemigos le criticaban diciendo “Éste a los pecadores recibe y con ellos come” (Lucas 15, 2).

Además Jesús nunca trató de imponer sus ideas a los demás a través de la violencia ni el desprecio, sino todo lo contrario: Jesús acogía a todas las personas que se querían acercar a él,  las trataba con amor, las curaba de sus males y  las invitaba a que le siguiesen de manera voluntaria. Por tanto, ¿cómo puede alguien declararse seguidor/a de Jesús si no es tolerante con los demás?

Podemos ser creyentes, agnósticos o ateos sin necesidad de despreciar a quienes no son como nosotros. Opino que nuestros pensamientos deberían ser: “Yo creo esto pero respeto que tú creas en esto otro”. “Yo creo que tengo la razón pero respeto que tú pienses que también la tienes” “Intentaré hacerte entender por qué pienso así, pero siempre desde el diálogo y el entendimiento no desde la imposición ni la violencia”. “Si quieres escucharme escúchame, si no deseas escucharme no me escuches, no me enfadaré ni me desanimaré”. “Te escucharé y trataré de entender tu forma de opinar, pero sobre todo te respetaré”.

Es importante que seamos conscientes que en la diversidad está el enriquecimiento intelectual y humano y que además nuestras propias creencias y opiniones pueden variar con el tiempo por muchas razones y lo que hoy criticamos puede que mañana sea lo que más defendamos. Pero lo más importante de todo es que en el fondo, la mayoría de las personas lo que busca ya sea a través de una creencia u otra es el amor, la compasión, la paz y la generosidad. Por eso, tendamos puentes para acercarnos unos a otros y no levantemos murallas para distanciarnos.   

Fuentes:
Santa Biblia – Nuevo Testamento
Diccionario de la Real Academia Española

martes, 1 de marzo de 2016

El Amor de Jesús

Jesús con sus extraordinarias enseñanzas transformó el mundo, situando al amor como base de la convivencia y la existencia humana. Jesús nos amó, sin límites, hasta tal punto que entregó su vida por nosotros y rezó por quienes le crucificaban: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23, 34).

Sin embargo, la mayoría de nosotr@s estamos lejos de amar como Jesús. Nuestro concepto de amor es limitado y egoísta: “amo porque espero obtener algo a cambio”. Sin considerar que el amor verdadero es el amor que Jesús nos enseñó, un concepto mucho más elevado y amplio: “amo sin esperar nada e incluso si me hacen daño”.

Él amó con sus gestos, con sus palabras y con sus actitudes. Para ello, en muchos casos tuvo que enfrentarse a las costumbres establecidas de la época: “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al malo; antes bien, a cualquiera que te golpee en la mejilla derecha, vuélvele también la otra” (Mateo 5, 38-39).  

En mi opinión, con sus palabras, Jesús lo que pretende es llenarnos de valor para no utilizar la violencia contra nuestros enemigos. Pues si el enemigo nos ataca con violencia y nosotros respondemos con violencia sólo puede haber un resultado: más violencia. Es como si se produjese un incendio y en vez de tratar de apaciguar las llamas, las avivásemos más.  

Esta actitud sería muy distinta a la que se produce por el miedo: “no me defiendo porque tengo miedo de enfrentarme a mi agresor”. Eso hace que el agresor se sienta más fuerte y se encienda aún más su ira. Creo que es muy importante diferenciar una actitud heroica: “no me defiendo porque no quiero” a una actitud cobarde: “no me defiendo porque tengo miedo”.  Es decir, creo que es fundamental mostrar amor pero también valor para que la actitud que Jesús defendió sea efectiva.

Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis los unos a los otros”. (Juan 13, 34)

Fuentes: Biblia – Nuevo Testamento

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