Y AQUEL día salió Jesús de la casa y
se sentó junto al mar. Y se congregó junto a él mucha gente; y entrando él en
una barca, se sentó, y toda la gente estaba en la ribera.
Y les habló muchas cosas por
parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras
sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y se la
comieron.
Y parte cayó en pedregales, donde no
había mucha tierra; y brotó en seguida, porque no tenía profundidad de tierra;
mas cuando salió el sol, se quemó; y se secó, porque no tenía raíz.
Y parte cayó entre espinos, y los
espinos crecieron y la ahogaron.
Y parte cayó en buena tierra y dio
fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta y cuál a treinta por uno.
El que tiene oídos para oír, oiga.
Explicación de Jesús de
la parábola del sembrador (Mateo 13, 19-23)
Cuando alguno oye la palabra del
reino y no la a entiende, viene el malo y arrebata lo que fue sembrado en su
corazón; éste es el que fue sembrado junto al camino. Y el que fue sembrado en
pedregales, este es el que oye la palabra y de inmediato la recibe con gozo.
Pero no tiene raíz en sí, sino que es temporal, y cuando viene la a aflicción o
la persecución por la palabra, en
seguida se ofende.
Y el que fue sembrado entre espinos,
éste es el que oye la palabra; pero a el afán de este mundo y el engaño de las
riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Mas el que fue sembrado en
buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y el que da fruto; y da
uno a ciento, y otro a sesenta y otro a treinta por uno.
Mi reflexión sobre la
parábola del sembrador
Sin embargo, por desgracia, muchas personas tienen el corazón endurecido y no quieren recibir el mensaje de Dios (tierra junto al camino). Otras personas lo reciben con alegría pero en cuanto se presentan dificultades lo rechazan (pedregal) y otras lo ahogan con sus preocupaciones y ambiciones (espinos). Y finalmente, están aquellas personas que reciben la palabra de Jesús y, a través de sus buenas acciones y su fe, alimentan a la pequeña y bellísima plantita que va creciendo en su interior para finalmente ofrecer el fruto del amor a Dios (buena tierra).
Luchemos cada día por ser tierra fértil para la preciosa semilla que Jesús nos ha regalado. Permitamos que se desarrolle en nuestro corazón esa hermosa planta que fortalecerá y engrandecerá nuestro espíritu.
Fuentes:
Santa Biblia – Nuevo Testamento
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