La mujer sanada no sólo sufría por su enfermedad sino que también sufría por ser rechazada socialmente.
En aquella época, una mujer con flujo de sangre era considerada impura tanto física como espiritualmente. Por eso las mujeres tenían que permanecer apartadas del pueblo durante los días que durase su menstruación, porque todo lo que tocasen se hacía impuro hasta el anochecer.
Por tanto esta mujer era considerada impura y todo lo que tocase lo convertía en impuro. Sin embargo la mujer se atrevió a romper la barrera de pureza- impureza, venciendo sus temores por lo que podría pasar al tocar con su impureza a un ser puro. Y lo que ocurrió es que el tocado, Jesús, curó a la mujer transmitiéndole él su pureza a ella.
En la actualidad, el ser humano continúa rodeado de prejuicios y las sociedades excluyen a muchas personas por diversos motivos. Es importante tener la audacia y osadía de esta mujer para acercarnos a quien siempre está dispuesto a tratarnos con amor.
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